Daniel Viscarra
Mi cuerpo danza el trovar de tus poros taladrados por mi aliento. Mi figura, se acaba de geografías bifurcadas por el viento y venajes enmarañados por arbustos. Mi piel se muda como un caleidoscopio de paisajes robustos. Mi mirada te desnuda como un rosal de color brusco.
Daniel Viscarra
Me enamoran los gajos semidesnudos y descalabrados que destruyen el rompecabezas de mi cuerpo. Hoy escalo el vacío sobre peldaños muertos. Hoy concibo el movimiento sobre trapecios y malabares desiertos.
Daniel Viscarra
Mordaces, sucumbían sus diáfanos ojos arrebolados, en las adalbas que dibujaban sus párpados amalgamados, ceñiendo, besando y bruñiendo de cárdenos boldos acampanados, en los crepúsculos de la noche, como una estrella oculta de Julio, cesándose de sus broches, proclamándose desnuda, en los adagios arpegiados por la luna. Mientras, la furiosa ambrosía de aquellos ojos negros, brunos como se bifurcan los visos del cielo en el estiaje de una abominable bandada de cuervos, pintarrajeaban con besos de narcisos, violetas y buganvilias, la espalda del sol declarándose muerto.
Daniel Viscarra
Los diáfanos sacristanes de mis reflejos se trenzan en la fontana de mis oídos, como románticos albatroces ronroneando mis sentidos.
Daniel Viscarra
Enarbolado, como el corazón encumbrado en el pecho de aquella abúlica almeja, escuchaba el rocío que empedraba tus recuerdos. Tus adagios se desnudaban de tal manera, que me eran como furiosos caballos piafando en las afonías trovadas de mis orejas. Me desangraba a venajes del pavor, me amortajaba en las afasias que encumbraban tu voz, de aquel espasmo sayón y vergudo, preñado de fantasmas y desamor.
Daniel Viscarra
La bruna mariposa acampanada, nada, braceando en sus reflejos de euforia,
sus aletas bifurcadas, zambullida en la copa de agua, buceando en los redondeles que proclaman la caligrafía de sus emociones.
Daniel Viscarra
Las abominables quebradas en mi contienda destronada desviven sus espadas de carne dentro a la corteza de mis concavidades extraviadas, sarcásticamente fingidas, creen creer destriparse creyendo en la sangre. Sus vehementes relejes creen actuar de mis gajos simulados, creen perder las uñas en las voces bifurcadas del antes.
Daniel Viscarra
Descamé los ajuares de mis ojos divulgándolos desnudos, cubrí los ajados senos de la incertidumbre de mudos y desalmados antifaces, bramé mis ancas desvestidas, mi pecho abrumado y mi piel calada en los adagios de mil disfrazes. Fui el crayón trizado en mis bosquejos, el sayón despiadado en arpegiar de mis emociones.
Daniel Viscarra
Resbalo en la voz inarmónica de mi espalda difuminada, resbalo en los gajes desencajados de mi corazón deformado, resbalo en el resbalar de tus sonrisas, resbalo en los andrajosos glasés de mis diablos encarcelados, resbalo en los porvenires de tu pútrida mirada nodriza, verduga de mis recuerdos y sayón de los vergajos empollados en mi cuerpo.
Daniel Viscarra
Aquel descamado pez, braceando en los casquijos más cobardes de la tierra, agraviando su desnudez con los pasos de un rata ajetreada, desflorando sus ancas invisibles y acausillando sus aletas desalmadas. Aquel pez con la risa de un elefante, sin colmillos ni mirada. Aquel triste pez despellejándose las entrañas con los dedos y la garras. Aquel pez que brilla como el releje de una espada.
Daniel Viscarra
Tengo conmigo a cuanto miedo intentes poseer, tengo conmigo tus caderas de caoba vanagloriada, tu espalda amalgamada de sonrisas y y tu piel alfombrada de caricias. Tengo conmigo el viento que bifurca tu corazón por las mañanas, tengo conmigo el panteón de tu muerte y el beso de tu restauración. Tengo conmigo tus ojos de cobre, el desamor de tus párpados y el amor furioso en tu voz.
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